RESEÑA HISTÓRICA DEL MUNICIPIO CARIPE...
Caripe
es llamado el Jardín de Oriente, por la variedad de rosas, orquídeas,
aves del paraíso, y flores silvestre que se aprecian en las montañas y a
orillas de las carreteras.
Se
puede decir que es un valle encantado, por la amabilidad y el admirable
talento artístico de su gente. Talladores, artesanos, escultores,
pintores, y la sensibilidad de manos laboriosas que acarician al paladar
con la famosa mermelada de pétalos de rosas y el Licor de café, hacen
de este lugar una tierra de ensueños.
La
Cueva del Guácharo es de gran importancia para este pueblo aborigen.
Los Chaimas son los guardianes de esta cueva o "mina de grasa" pues,
como es sabido, los primeros habitantes de nuestras tierras no
construyeron templos sino que esta función la desempeñaron las grandes
cuevas de las montañas.
Este es el caso de la cueva que fue lugar de
peregrinación de los pueblos vecinos en busca de la grasa de los
guácharos que les servía de alimento y para dar vida a las antorchas que
les protegían de la oscuridad y el frío. Asimismo, muchas semillas
depositadas por estas aves en los salones exteriores de la cueva gozan
de propiedades curativas, todo lo cual era un legado de sus propios
ancestros cuyas almas moraban allí, desde donde velaban por sus
criaturas.
Esta
circunstancia origina una simbiosis mágico-religiosa de elementos donde
la cueva y las aves moradoras en ella son entes benefactores de la
comunidad indígena. Estos aborígenes eran agricultores y excelentes
cazadores. La situación geográfica del macizo, entre el Golfo de Cariaco
y los llanos de Monagas, da lugar a que los antiguos pobladores fueran
además comerciantes intermediarios entre los pobladores de las riberas
del mar y los que dominaban los llanos monaguenses.
De
los primeros obtenían sal, perlas, entre otros, provenientes del Golfo
de Cariaco, probablemente de Araya y Cubagua; y de los segundos,
esclavos y posiblemente oro y piedras preciosas venidas de la orilla del
río Amana. Según refieren las crónicas, las indias del macizo venían
adornadas con perlas y daban los indios a los invasores flechas de oro y
algunas otras piezas de oro trabajadas en forma de caracuríes y
águilas.
Aún
se destacan en el lugar topónimos y otros vocablos Chaima, tales como
Caripe (río de las ardillas), Turimiquire (asiento del león), guácharo
(ave que llora y se lamenta) y Urimare (princesa guerrera), entre otros.
Caripe
es llamado el Jardín de Oriente, por la variedad de rosas, orquídeas,
aves del paraíso, y flores silvestre que se aprecian en las montañas y a
orillas de las carreteras.
Se
puede decir que es un valle encantado, por la amabilidad y el admirable
talento artístico de su gente. Talladores, artesanos, escultores,
pintores, y la sensibilidad de manos laboriosas que acarician al paladar
con la famosa mermelada de pétalos de rosas y el Licor de café, hacen
de este lugar una tierra de ensueños.
La
Cueva del Guácharo es de gran importancia para este pueblo aborigen.
Los Chaimas son los guardianes de esta cueva o "mina de grasa" pues,
como es sabido, los primeros habitantes de nuestras tierras no
construyeron templos sino que esta función la desempeñaron las grandes
cuevas de las montañas.
Este es el caso de la cueva que fue lugar de peregrinación de los pueblos vecinos en busca de la grasa de los guácharos que les servía de alimento y para dar vida a las antorchas que les protegían de la oscuridad y el frío. Asimismo, muchas semillas depositadas por estas aves en los salones exteriores de la cueva gozan de propiedades curativas, todo lo cual era un legado de sus propios ancestros cuyas almas moraban allí, desde donde velaban por sus criaturas.
Este es el caso de la cueva que fue lugar de peregrinación de los pueblos vecinos en busca de la grasa de los guácharos que les servía de alimento y para dar vida a las antorchas que les protegían de la oscuridad y el frío. Asimismo, muchas semillas depositadas por estas aves en los salones exteriores de la cueva gozan de propiedades curativas, todo lo cual era un legado de sus propios ancestros cuyas almas moraban allí, desde donde velaban por sus criaturas.
Esta
circunstancia origina una simbiosis mágico-religiosa de elementos donde
la cueva y las aves moradoras en ella son entes benefactores de la
comunidad indígena. Estos aborígenes eran agricultores y excelentes
cazadores. La situación geográfica del macizo, entre el Golfo de Cariaco
y los llanos de Monagas, da lugar a que los antiguos pobladores fueran
además comerciantes intermediarios entre los pobladores de las riberas
del mar y los que dominaban los llanos monaguenses.
De
los primeros obtenían sal, perlas, entre otros, provenientes del Golfo
de Cariaco, probablemente de Araya y Cubagua; y de los segundos,
esclavos y posiblemente oro y piedras preciosas venidas de la orilla del
río Amana. Según refieren las crónicas, las indias del macizo venían
adornadas con perlas y daban los indios a los invasores flechas de oro y
algunas otras piezas de oro trabajadas en forma de caracuríes y
águilas.
Aún
se destacan en el lugar topónimos y otros vocablos Chaima, tales como
Caripe (río de las ardillas), Turimiquire (asiento del león), guácharo
(ave que llora y se lamenta) y Urimare (princesa guerrera), entre otros.